Han pasado años desde que las primeras consolas y ordenadores llegaron a nuestras casas. A comienzos de los 80, el mundo de la electrónica, el mundo del entretenimiento digital era poco menos que una quimera. Aquellos primeros juegos han pasado a la historia. Sus “aventuras” se desarrollaban en una pantalla en los que nuestro único objetivo era mantener una pequeña bola en la pantalla, una serpiente comiendo cuadrados o una nave moviéndose de izquierda a derecha sin más control que un botón de disparo intentando que unas filas de extraterrestres no llegaran a colisionar con mi nave.
Con aquellos juegos lográbamos tal inmersión en el juego que nos creíamos pilotos, deportistas de élite, astronautas…. pero aún no éramos conscientes de la revolución que se nos venía encima con el paso de los años.
En aquellos años, nos juntábamos en familia o con amigos para disfrutar de estos “marcianitos”, como los llamaban mis abuelos. No podíamos creer que unos años después, los ordenadores (y mucho más potentes que aquellos, por cierto), los juegos, la comunicación con los que están lejos… lo pudiéramos hacer desde algo tan pequeño y accesible a día de hoy como un móvil que llevamos en el bolsillo.
A lo largo de los años me he encontrado con mucha gente con opiniones muy diversas: videojuegos sí, videojuegos no. Hay corrientes que han hecho propia la frase “la televisión atonta el cerebro”, y ahora mismo la han extendido a las tablets, los smartphones, las consolas…
Como todo en la vida, dicen que “en el punto medio está la virtud”, y es ahí donde se encuentra mi opinión personal. Los videojuegos no son buenos o malos de por sí, todo depende del tipo de juego del que hablemos y de si es apropiado o no para la edad del niño o adolescente que lo utilice. Todo ello unido a una serie de variables que tenemos que tener presentes para realizar este juicio tan controvertido. Variables tales como tiempo y momento de uso, relaciones sociales que favorece o dificulta su utilización… es decir, no es nada sencillo realizar valoraciones generales y debemos atender a cada caso particular para establecer un criterio coherente y claro.
El cerebro de los niños sabemos que es muy moldeable y que en esas primeras edades es importante estimularlo para aprender aspectos que marcarán el crecimiento y desarrollo de nuestros pequeños.
Analizaremos ahora algunas de las variables que hemos comentado y trataremos de relacionarlas con las distintas edades:
De 0 a 3 años: En esos primeros momentos de vida, los niños son meros espectadores, y sus interacciones con los medios digitales son casi por ensayo-error, por “casualidad”. Por otro lado, su capacidad de “permanecer quieto” delante de una pantalla es muy limitada. Aunque hay excepciones, posiblemente más de uno de los padres que leen este artículo habrán tenido que abandonar el cine con su hijo/a pequeño/a en esas primeras “excursiones” a ver una película y sabrán a lo que nos referimos. Su atención sostenida es breve y no tienen ese grado de conciencia sobre “el final de la película”, “los contenidos y el qué pasará”… su atención vendrá marcada por los colores, los movimientos, los sonidos… y al igual que pasa con las películas sucede con los videojuegos.
En este momento, debemos vigilar el volumen, el brillo y el tipo de luz que ofrece la pantalla.
De 3 a 6 años: Comienzan a centrar la atención, al menos en períodos cortos de tiempo, siendo capaces de memorizar escenas y diálogos. Comienza ya un atractivo por lo digital, muy marcado por la sociedad en la que vivimos. Es un momento muy importante para que aprendan a jugar y relacionarse, con lo que no deberían jugar en entornos aislados a medios tecnológicos. En este momento continuamos controlando las horas de pantallas, la luz y el volumen, como comentábamos antes con los niños más pequeños.
De 6 a 9 años: Los niños ya han aprendido a leer y escribir, lo que aumenta mucho sus posibilidades y capacidad de acceso a los diferentes contenidos. Entiende ya los videojuegos más complejos pues es capaz de seguir los diálogos, entender las temáticas… Su capacidad de atención aumenta y, por tanto, el estilo de videojuegos por los que se ven atraídos ya es otro.
A partir de los 9 años: Os planteamos una pregunta… ¿cuántos móviles, televisores o consolas de videojuegos hay en vuestra casa?. Lo ideal sería fomentar juegos en la calle, al aire libre y con amigos. Los videojuegos son una opción más que tenemos ahí, pero siempre controlando el cuándo, cómo y cuánto. En ocasiones, nos encontramos con niños de estas edades que llegan al colegio dormidos por las horas de sueño que han gastado delante de las pantallas. El círculo social en el que se mueven, les hace que no sea positiva una prohibición total de todos estos elementos. Eso sí, cada edad tiene unas consideraciones que debemos tener en cuenta y no a todas las edades vale todo.
Como conclusión, pasaremos a exponer algunas Webs y algunos enlaces que son interesantes para poder consultar desde nuestra visión de padres:
El Instituto Nacional de Tecnologías de la Comunicación (INTECO), ha elaborado la siguiente guía que os podéis descargar aquí:
- http://www.aevi.org.es/pdf/Guiaparapadresymadressobreusosegurodevideojuegospormenores.pdf
- http://amalajer.org/images/stories/pdfs/abuso_videojuegos.pdf
- https://www.ucm.es/data/cont/docs/39-2015-03-22-Gu%C3%ADa%20para%20padres%20y%20educadores%20sobre%20el%20uso%20seguro%20de%20Internet,%20videojuegos%20y%20móviles.pdf