El sueño es una de las funciones más importantes en la vida de los niños. Pero, ¿qué pasa cuando aparecen trastornos del sueño? Los trastornos del sueño son un problema prevalente en la lactancia y primera infancia, especialmente las parasomnias: pesadillas y terrores nocturnos.
Jesús Jarque, prestigioso pedagogo, define claramente estas parasomnias y da consejos para trabajarlas.
¿Qué son las pesadillas?
Se trata de un sueño largo y elaborado que provoca una intensa ansiedad o terror, que termina despertando al niño. La sensación de miedo o ansiedad continúa una vez despierto y el niño se deja consolar por los padres.
Cuando se despierta, es capaz de describir la secuencia de lo que estaba soñando con detalle.
El contenido de los sueños suelen ser peligros físicos, como ataques, persecuciones… En otros casos, el peligro es más sutil: fracasos personales, situaciones embarazosas…
Suelen aparecer en la segunda mitad de la noche, hacia el amanecer.
Predominan entre los 8 y 10 años.
¿Qué favorece la presencia de pesadillas?
La presencia de pesadillas de manera esporádica es algo completamente normal y no debe alarmar a los padres.
En ocasiones, puede estar relacionado con algo que ha causado temor en el niño o niña: un programa de televisión, un videojuego, angustias de los padres…
Los niños inseguros son más propensos. También son más frecuentes en niños sometidos a un estrés psicológico y social intenso.
¿Cómo tratar las pesadillas?
Cuando ocurre una pesadilla los padres deben centrarse en tranquilizar al niño y darle seguridad si se despierta.
No hay que llevarlo a la cama de los padres porque se acostumbrarán y se estropeará el buen hábito del sueño.
Tampoco hay que hablar del contenido del sueño en el momento de encender la luz. El contenido lo es preferible comentarlo durante el día.
Es necesario evitar determinados programas de televisión, juegos…
Si el contenido del sueño se repite con frecuencia, se debe investigar qué le provoca la ansiedad, tratar de hablar sobre ellos y serenarlo.
¿Qué son los terrores nocturnos?
El niño comienza a gritar y llorar angustiosamente en medio de un sueño, manifestando miedo intenso, como si viese algo terrorífico, siendo muy difícil despertarlo o calmarlo.
En ocasiones, el niño se despierta bruscamente, no suele reconocer a los que le rodean, no recuerda nada del contenido del terror o sólo imágenes fragmentadas.
En todo caso, a la mañana siguiente, no recuerda nada de lo sucedido.
Se suelen producir en la primera mitad de la noche. Duran de uno a diez minutos.
Suelen aparecer alrededor de los 2 o 3 años, predominando entre los 4 y los 7 años.
¿Qué puede favorecer los terrores nocturnos?
Son más frecuentes en niños que en niñas.
Llegar a la noche demasiado cansado puede provocar un sueño muy profundo, donde se producen los terrores nocturnos.
También suele haber antecedentes familiares de terrores nocturnos o sonambulismo.
¿Cómo tratar los terrores nocturnos?
Lo primero que hay que saber es que no producen sufrimiento en el niño, ni son debidos a psicopatología ni a acontecimientos terribles en sus vidas.
Cuando ocurran, los padres se deben centrar en estar junto al niño, intentando tranquilizarle (aunque suele ser inútil) y dejándolo dormir al terminar el episodio.
Normalizar las pautas de sueño: evitar que llegue excesivamente cansado a la noche; una pequeña siesta, de un máximo de 45 minutos, suele ser útil.
Suelen desaparecer en la adolescencia.
Como resumen, se recoge la información más importante sobre las diferencias entre pesadillas y terrores nocturnos.
PESADILLAS | TERRORES NOCTURNOS |
---|---|
Poca o ninguna vocalización. | Suelen gritar. |
Despertar fácil o espontáneo. | Difícil despertar. |
Calma con la presencia de los padres. | No calma con presencia de los padres. |
Poco movimiento. | Mucho movimiento. |
Son capaces de contar lo que les ha pasado. | No recuerdan nada. |
Durante la primera mitad de la noche. | Durante la segunda mitad de la noche. |