Ansiedad infantil y estrés escolar: Cómo detectarlos y acompañar a nuestros hijos.

La infancia debería ser una etapa de juego, descubrimiento y crecimiento. Sin embargo, en los últimos años hemos visto un aumento en los casos de ansiedad y estrés en niños y niñas, especialmente en edad escolar. ¿Qué está ocurriendo? ¿Cómo podemos identificar si nuestros hijos están pasando por una situación así? Y, sobre todo, ¿cómo podemos ayudarles?

¿Qué es ansiedad infantil?

La ansiedad en los niños es una respuesta natural ante situaciones nuevas o desafiantes. Pero cuando esa ansiedad se vuelve constante, desproporcionada o interfiere con su día a día, es importante prestarle atención. Puede manifestarse de diferentes maneras en los niños, por ejemplo:

  • A través de síntomas físicos (dolores de cabeza o estómago).
  • Mostrar irritabilidad y mal humor o llanto fácil.
  • Miedos excesivos (a la oscuridad, a separarse de los padres, al fracaso…)
  • Dificultades para dormir
  • Volverse más reservados y retraídos
  • Resistencia a asistir al colegio

 

El estrés escolar: una carga silenciosa

Aunque a veces pasa desapercibido, el estrés escolar es una realidad que afecta a muchos niños. Las exigencias académicas, la presión por obtener buenas calificaciones, las actividades extracurriculares, los problemas sociales o incluso el acoso escolar, pueden ser desencadenantes importantes. Como familias, a veces sin querer, también añadimos presión al fijar expectativas muy altas o al centrar la conversación diaria solo en el rendimiento académico.

 

Introducido la ansiedad y el estrés escolar, es importante estar atento a los signos y brindar el apoyo necesario. Las señales de alerta en casa y en el aula más frecuentes son:

  • Cambios bruscos en el estado de ánimo.
  • Bajo rendimiento escolar sin explicación académica.
  • Rechazo al colegio o aislamiento social.
  • Síntomas físicos repetitivos.
  • Apatía, tristeza o pérdida de interés por actividades que antes disfrutaban.

 

 

Y, ahora ¿cómo podemos ayudar desde casa?

  • Comunicación abierta y empática: Crea un espacio de diálogo abierto donde puedan expresar cómo se sienten. Escúchale activamente, sin juzgar ni minimizar sus emociones.
  • Fomentar hábitos saludables: Una dieta equilibrada, suficiente descanso y ejercicio regular son fundamentales para el bienestar emocional.
  • Nombrar las emociones e identificar causas del estrés: Ayudarlos a identificar lo que sienten: miedo, vergüenza, frustración, además de las situaciones que le causan estrés y ansiedad para desarrollar estrategias para enfrentarnos a ellos.
  • Validar sus emociones: Frases como “entiendo que eso te preocupa” ayudan a que se sientan comprendidos.
  • Fomentar el juego: juego y las actividades creativas son formas efectivas para que los niños expresen sus emociones y se relajen.
  • Establecer rutinas equilibradas: una rutina estructurada brinda seguridad a los niños. Ayuda para que haya tiempo de estudio, juego y descanso.
  • Evitar la sobrecarga de actividades: Dejar tiempo para aburrirse también es saludable.
  • Enseñar técnicas de relajación: la respiración profunda, la meditación o el yoga pueden ser muy útiles.
  • Normalizar el pedir ayudar: Mostrarles que no están solos y que hay adultos que pueden ayudarlos, con ello puedes enseñar a tu hijo habilidades de resolución de problemas. Anímalo a enfrentar los desafíos en lugar de evitarlos, lo que puede ayudar a reducir el estrés a largo plazo.
  • Evitar la sobreexigencia: Ayudarles a entender que equivocarse también forma parte del aprendizaje.
  • Establecer tiempo de calidad en familia: es esencial para fortalecer los lazos emocionales. Dedica tiempo para actividades en conjunto y momentos de calidad para hablar y compartir experiencias.
  • Buscar apoyo profesional si es necesario: Psicólogos escolares o terapeutas pueden ser de gran ayuda.

El rol de la escuela y la familia, trabajo en equipo

La comunicación entre familias y docentes es clave para detectar y abordar a tiempo cualquier señal de alarma. Una escuela que cuida la salud emocional de su alumnado está formando personas más seguras y felices.

Recursos recomendados para padres y madres:

Libros:

  • «El cerebro del niño» – Daniel J. Siegel y Tina Payne Bryson (Una guía práctica para comprender las emociones y el desarrollo cerebral infantil).
  • «Cómo hablar para que los niños escuchen y cómo escuchar para que los niños hablen» – Adele Faber y Elaine Mazlish (Técnicas de comunicación afectiva y efectiva con niños)
  • «Mi mundo en calma” – Bárbara Tovar y Cristina Picazo (Ejercicios en familia para alejar la ansiedad de nuestras vidas)

Podcast recomendado:

  • «Entiende Tu Mente» – Episodios sobre ansiedad, estrés, y crianza con enfoque psicológico y práctico.

 

En resumen, La ansiedad y el estrés no son “cosas de adultos”. Nuestros hijos también pueden sentirse sobrepasados. Acompañarlos, observarlos y brindarles un entorno seguro es la mejor forma de ayudarlos a crecer emocionalmente fuertes. Recuerda que cada niño es único, por lo que es importante adaptar las estrategias a sus necesidades individuales.

¡Acompaña a tu hijo en su viaje hacia una vida emocionalmente equilibrada y feliz!

 

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