Los celos surgen ante una sospecha, inquietud y/o recelo de que la persona amada haya mudado o mude su cariño, poniéndolo en otra. En este caso, el hermano mayor teme que sus padres cambien ante la llegada de su nuevo hermano. Ahora tendrá que compartir su atención, cariño y tiempo con otra persona y eso, en ocasiones, es difícil para ellos.
En ese momento, es imprescindible la comunicación continua entre la pareja. Deben estar unidos y tener los mismos criterios educativos o acordarlos: cómo intervenir con el pequeño y con el mayor, repartir la atención… Es importante tener en cuenta que la relación de pareja influye directamente en el comportamiento entre los hermanos. Los niños aprenden por imitación.
¿Qué cambios se pueden percibir en el hermano mayor? Es posible que su comportamiento cambie, que tenga llamadas de atención, que tenga regresiones, alteraciones en el sueño, rabietas…
Ante todo ello, es importante tener en cuenta los siguientes aspectos para dar una respuesta adecuada:
- Entender los celos como un proceso normal.
- Trabajar nuestras emociones como adultos ya que podemos tener sentimientos de nerviosismo, frustración, culpabilidad, malestar… ante las situaciones que se presenten.
- Involucrar al hermano mayor desde el embarazo es beneficioso.
- Compartir momentos de disfrute en los que todos los miembros de la familia participen es necesario.
- Evitar comparaciones. (Si se realizan con frecuencia, pueden fomentar envidias y celos que degeneran la relación entre ellos.)
- Las reglas de disciplina deben ser para ambos hermanos y equitativas.
- Estimular la interacción positiva, enseñando sentimientos de afecto y cariño, permite que los niños aprendan a quererse.
- Elogie los comportamientos adecuados cuando los niños pueden compartir sin pelear.
- No hay que echarle siempre la culpa de los enfrentamientos al más grande o al más fuerte (ambos deben ser tratados equitativamente).
- Leer cuentos que traten el tema de la llegada de un nuevo hermano, que enseñen la importancia de la buena relación entre hermanos, como por ejemplo “Franklin aprende a compartir”, “¡Hola hermanita!”… puede ayudar a que comprendan mejor lo que les está ocurriendo y vean modelos de cómo abordarlo.
Los padres se pueden alarmar si las peleas son la característica principal de la relación entre los niños y también cuando las lesiones físicas se vuelven recurrentes. En estos casos, es necesario que intervengan e ideen estrategias para desestimular los conflictos.
Una forma es reforzar el comportamiento positivo y se puede hacer mediante las ‘tablas del buen trato’, que consiste en poner en el calendario una carita feliz si ese día no pelearon o una carita seria si ese día sí tuvieron alguna confrontación. Así, poco a poco se le puede enseñar al niño qué pasa cuando se es amable con el hermano y de esta forma ir mejorando la relación.
Si las peleas se vuelven recurrentes e intensas y la situación se sale de control, es aconsejable buscar ayuda profesional.
IDEAS PARA PONER EN PRÁCTICA
- Como mínimo, una vez a la semana dedique tiempo por separado a cada uno de sus hijos. Así les enseña que existen los turnos.
- Antes de salir de la casa, explíquele al niño mayor que la gente siente curiosidad por los bebés, y muchos adultos saludan primero al pequeño; sin embargo, esto no tiene importancia.
- Entienda que cuando los pequeños tienen edad similar, la rivalidad es mutua.
- Es importante que se les enseñe a los niños a compartir sus juguetes. Adviértales que como cada uno tiene diferente edad, los juguetes y el trato también son diferentes.
- Deje que los niños se peleen. Esto ayuda a que se conozcan más y aprendan a resolver sus inconvenientes. Si ve que su agresión atenta contra la salud, intervenga.
- Exprese sus dificultades de buena manera; de este modo, su hijo lo entenderá mejor.
- Nunca compare a sus hijos. Cada uno tiene virtudes y defectos (nunca diga: su hermano es mejor, él sí se porta bien…)
- Cree espacios para cada uno de sus hijos. Ellos tienen distintos gustos y necesidades.
- No se sienta culpable por la rivalidad entre los niños.
- Entienda que cada uno tiene temperamento distinto y por eso se deben criar con estrategias diferentes.
- Exprese las cosas de buena manera; de este modo, sus hijos lo entenderán mejor y responderán igual.