¿Es posible educar a los niños con amabilidad y firmeza al mismo tiempo?
Queridas Familias, hoy os vamos a hablar de un nuevo concepto del que probablemente algunos de vosotros/as ya hayáis oído habar: “Disciplina Positiva” .
En ocasiones la palabra «disciplina» puede tener una connotación negativa, y parece un tanto antagónico que le siga el concepto “positiva”, pues sí, os explicamos a continuación en qué consiste: se basa en el manual titulado “Disciplina Positiva» de Jane Nelsen, en el que nos aporta propuestas que invitan a la cooperación entre padres e hijos basados en la dignidad y el respeto.
En primer lugar, nos enseñan a diferenciar entre la educación tradicional punitiva (basada sólo en el castigo) y la educación basada en la disciplina positiva que podría traducirse como FIRME y AMABLE o asertivo. Esta educación, no renuncia a la importancia de la autoridad y, sobre todo, trabaja desde la asertividad y la empatía hacia el otro, hacia los más jóvenes.
Responde a algunas cuestiones: ¿es efectivo el castigo para nuestros hijos?, ¿es posible educar a los niños con amabilidad y firmeza, al mismo tiempo?, ¿qué habilidades tienen que aprender nuestros hijos para desarrollarse bien?.
Para responder a estas cuestiones aquí tenéis 10 propuestas de Jane Nelsen al respecto de la disciplina positiva:
- Es una educación no punitiva. No se centra en el castigo, sino en el cambio de conducta a medio plazo.
- Busca la proximidad y la confianza. Al no centrarse en el castigo, trabaja de manera sistemática las emociones desde la empatía, preocupándose más por lo que a uno le pasa que por sus actos.
- Se centra en las soluciones. Tal vez sea uno de los aspectos que más nos gusta de esta disciplina, es decir, la disciplina positiva no pone su foco en la culpa, sino que busca remedio a una determinada acción.
- Enseña el autocontrol. Dentro de las competencias emocionales, el autocontrol se convierte en un aspecto fundamental, sobre todo en lo que respecta al manejo de la ira y del estrés.
- Trabaja desde la perspectiva de un conflicto. ¿Qué significa esto? Muy fácil. La educación punitiva se enfrenta al problema en el momento mismo de producirse el conflicto, en un momento en el que en muchas ocasiones estamos enfadados, descontentos o contrariados. Por tanto, lo que propone la disciplina positiva es enfriar ese momento y trabajarlo cuando haya pasado un tiempo prudencial en que que la perspectiva nos permite en muchas ocasiones relativizar determinadas acciones.
- Se centra en el futuro. El gran problema de la educación tradicional punitiva es que pone su acento en el pasado, es decir, hace pagar por lo que se ha hecho. En cambio, la disciplina positiva pone su acento en el futuro, es decir, se educa para lograr resultados a medio plazo o, lo que es lo mismo, se aprende para un futuro.
- Genera opciones. La disciplina positiva capacita para escoger, es decir, es capaz desde la rotundidad pero también desde la comprensión, de generar opciones que la disciplina punitiva no permite por la rebeldía que genera y porque su objetivo último es la sumisión.
- Se aprende del hecho. Mientras que en la educación punitiva se paga por un hecho, es decir, se paga con un castigo; la disciplina positiva busca aprender de ese hecho desde la reflexión para que, una vez trabajado, entendido y asimilado, no haya necesidad de que vuelva a ocurrir.
- Trabaja la autodisciplina. Uno de los aspectos que hay que entender acerca de la disciplina positiva es que se trata de una educación no inmediata. ¿Qué significa esto? Pues que los resultados de esta forma de educar no se ven el primer día, sino a medio plazo. Por eso, en lugar de centrarse en el control propio de la educación punitiva, trabaja el autocontrol de las emociones y de los actos que conllevan dichas emociones.
- Hace sentirse bien para hacer las cosas mejor. Este último punto es también uno de mis preferidos. Y lo es porque busca un enfoque radicalmente distinto a de la educación tradicional punitiva. ¿Por qué? Porque la educación punitiva se basa en la creencia de que los niños se portarán mejor si se sienten peor. Y no es así. Se trata de que los niños consigan hacer las cosas mejor porque se sienten mejor.
A modo de conclusión señalamos que la educación de vuestros hijos, la educación de nuestros alumnos, debe partir de la firmeza sin renunciar a la asertividad. Y para ello el tiempo, ese tiempo que siempre nos falta, debe convertirse no en un problema, sino en nuestro mejor aliado. Dedicar tiempo a nuestros jóvenes, ocuparnos y preocuparnos por ellos, buscar su bienestar es por lo que aboga la disciplina positiva. Porque la educación es tiempo, un tiempo de calidad que pasamos con aquellas personas a las que les pertenece el futuro de nuestra sociedad.
Referencia bibliográfica:
Jane Nelsen & Lynn Lott, Disciplina Positiva (2018)