ESCUELA DE PADRES – Educación Infantil (de 3 a 6 años)

LENGUAJE Y EMOCIONES: ACOMPAÑAR LA EXPRESIÓN EMOCIONAL EN LA INFANCIA TEMPRANA

Durante la etapa de 3 a 6 años, el desarrollo del lenguaje avanza de forma acelerada y, paralelamente, el mundo emocional del niño se amplía y complejiza. En este período, los niños comienzan a identificar estados emocionales propios y ajenos, pero muchas veces carecen todavía de las palabras y herramientas necesarias para expresar con claridad lo que sienten. Acompañarlos en este proceso de alfabetización emocional —es decir, enseñarles a reconocer, nombrar y regular sus emociones— es una tarea clave tanto para su bienestar como para el desarrollo de sus competencias sociales y cognitivas.

¿Cómo pueden las familias favorecer este proceso desde casa?

  1. Nombrar para comprender
    El primer paso para que un niño pueda gestionar sus emociones es que sepa identificarlas. En este sentido, el lenguaje es un puente entre lo que siente y lo que puede comunicar. Nombrar las emociones en situaciones cotidianas, sin juzgarlas, contribuye a que el niño construya un vocabulario emocional rico y útil.
    Ejemplo: “Veo que estás decepcionado porque no pudiste jugar con tu amigo.”
    Nombrar no elimina la emoción, pero la hace más comprensible y, por tanto, más manejable.

  2. Hablar desde el ejemplo
    Los adultos somos modelos constantes de regulación emocional. Compartir con naturalidad cómo nos sentimos y cómo gestionamos nuestras emociones permite al niño comprender que lo que siente es válido, humano y transitorio.
    Ejemplo: “Hoy estoy un poco preocupado por una reunión importante, así que voy a tomarme unos minutos para respirar y tranquilizarme.”

  3. Usar recursos literarios y visuales
    Los cuentos, las imágenes y los juegos simbólicos son potentes herramientas para trabajar las emociones en esta etapa. Al proyectarse en personajes ficticios, el niño puede explorar emociones difíciles de forma segura.
    Cuentos recomendados:

    • El monstruo de colores – Anna Llenas (identificación de emociones básicas)

    • Tengo un volcán – Míriam Tirado (gestión del enfado)

    • Así es mi corazón – Jo Witek (complejidad emocional)
      Materiales visuales útiles:

    • Rueda o termómetro de las emociones

    • Tarjetas con expresiones faciales y nombres de emociones

  4. Validar antes que corregir
    Ante una reacción emocional intensa, la contención debe preceder a la corrección. Acompañar con presencia y respeto favorece la regulación emocional y construye un vínculo seguro.
    Ejemplo: “Sé que estás muy enfadado porque no querías irte del parque. Es difícil cortar un juego divertido. Estoy contigo.”
    Corregir la conducta sin negar la emoción permite al niño aprender sin sentirse rechazado.

  5. Ampliar el vocabulario emocional con intención
    Ir más allá del “¿estás bien o mal?” enriquece su capacidad de expresión. Introducir términos como “frustrado”, “sorprendido”, “inquieto”, “tranquilo” o “agradecido”, mediante el diálogo diario, permite una comprensión más matizada de sí mismos y de los otros.


Propuesta práctica:
Crear juntos un cartel de emociones con dibujos y palabras que el niño pueda consultar cada día para expresar cómo se siente.

En definitiva, el lenguaje es el medio no solo del pensamiento, sino también del mundo afectivo. Un niño que puede decir “me siento solo” en lugar de golpear, o “estoy nervioso” en lugar de gritar, es un niño con más posibilidades de ser comprendido y acompañado.

“Enseñar a hablar sobre las emociones es enseñar a habitar el mundo con conciencia y empatía.”

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