La salud bucodental infantil no solo está relacionada con los dientes. La forma en que un niño mastica, respira, habla o incluso cómo duerme, puede estar influida por alteraciones en el desarrollo de su boca y maxilares. Una evaluación temprana puede prevenir problemas funcionales, estéticos y del desarrollo que, si no se abordan a tiempo, pueden afectar al habla, la alimentación, la respiración e incluso al rendimiento escolar.
Signos de alarma que los padres deben observar
En el lenguaje y el habla:
– Dificultad para pronunciar sonidos como /r/, /s/, /t/, /l/ o /d/.
– Lengua que parece “anclada” o poco móvil (anquiloglosia o frenillo corto).
– Sonidos nasales o escapes de aire al hablar (pueden relacionarse con malformaciones como paladar estrecho o fisuras veladas).
– Habla entre dientes o “empastada”, que puede estar vinculada a maloclusiones (mala mordida).
Un mal desarrollo del paladar o una incorrecta posición de lengua puede tratarse con intervención odontopediátrica temprana o con dispositivos funcionales.
En la alimentación:
– Prefiere alimentos blandos y evita masticar.
– Solo mastica de un lado.
– Se cansa al comer o tarda mucho.
– Dificultad para cerrar bien los labios al alimentarse.
– Uso prolongado de biberón o chupete más allá de los 2 años.
Estos hábitos pueden generar deformaciones en los arcos dentales y afectar la mordida, comprometiendo la musculatura orofacial y el crecimiento armonioso de los maxilares.
En la respiración y la higiene nasal:
– El niño respira por la boca de forma habitual.
– Ronca o deja la boca abierta al dormir.
– Presenta labios resecos, ojeras y postura adelantada de la cabeza.
– Dificultad para mantener los labios cerrados durante el día.
– Nariz constantemente congestionada o poco uso de respiración nasal.
La respiración oral crónica puede causar paladar estrecho, mordida abierta, mala postura lingual e incluso afectar el crecimiento del tórax y la oxigenación cerebral, repercutiendo en la concentración escolar.
En la higiene y la salud dental:
– Manchas blancas o amarillentas en los incisivos (alerta de caries temprana).
– Encías inflamadas o sangrado al cepillar.
– Dientes que erupcionan muy temprano o muy tarde.
– Traumatismos en dientes sin valoración profesional (pueden dañar piezas permanentes en desarrollo).
– Aparición de hábitos como morderse las uñas, succionar el labio o bruxismo.
¿Por qué es clave acudir temprano al odontopediatra?
– Porque el crecimiento facial se moldea activamente hasta los 6-7 años.
– Porque un problema de mordida o deglución puede tratarse sin cirugía si se detecta a tiempo.
– Porque la boca influye en funciones vitales: respirar, hablar, comer y descansar.
La odontopediatría actual no se limita a empastes: trabaja junto a pediatras, logopedas y otorrinos para guiar un desarrollo orofacial saludable.
Recomendación general para familias
Primera visita al odontopediatra: entre los 6 y 12 meses o con la erupción del primer diente.
Revisiones periódicas: cada 6 meses, aunque no haya caries visibles.
Objetivo: NO solo revisar dientes, sino evaluar funciones orales como respiración, deglución, habla y hábitos.
Acudir a este tipo de profesional e identificar a tiempo estas señales es una herramienta de prevención muy poderosa. Detectar un frenillo, una respiración bucal o una mordida alterada antes de los 6 años puede cambiar el desarrollo facial de un niño para siempre. La salud de la boca es salud integral.