Mentir es una habilidad que surge de manera espontánea durante la infancia. Forma parte del desarrollo normal, evoluciona con la edad y en muy pocos casos se vuelve problemática.

Es un acto de comunicación que induce a una persona a creer que algo es verdad, cuando el emisor sabe que es falso.

¿Por qué mienten los niños? Las causas pueden ser varias: por imitación, por miedo, como reacción ante una alta exigencia del entorno, ante el sentimiento de frustración o para llamar la atención.

Pueden ser mentiras por ocultación las cuales consisten en no transmitir información que puede ser importante para la otra persona. Suele ser la más común en los niños pequeños, desde los dos o tres años aproximadamente. La finalidad es disimular, fingir y desviar la atención.

O mentiras de falsificación, “fabricación” o bola en las que se construye o inventa información falsa que se transmite como si fuera verdadera. Es más compleja y propia de edades más mayores, sobre los 10 años aproximadamente pueden comenzar a darse. Requiere imaginación e ingenio y hay que esforzarse en construirla y en decirla. Toda mentira de falsificación contiene una de ocultación porque se inventa algo para tapar otra cosa.

Hay que atender también al objetivo e intención de autoprotección: egoísta (busca el beneficio de quién dice la mentira: tener una recompensa material o social) o altruista (no dañar a otra persona, son las que llamamos “mentiras piadosas”).

Las mentiras aparecerán en situaciones puntuales. El posible castigo a corto – largo plazo por mentir, así como la pérdida de confianza y de relaciones con los demás, contribuyen también al abandono progresivo.

La mejor forma de prevenir las mentiras es educar en la sinceridad. Es conveniente que el niño se desarrolle en un ambiente en el que se sienta: libre, tranquilo, relajado; en el que pueda hablar y donde tenga modelos de referencia positivos a los que imitar. También es bueno hablar con el pequeño sobre las diferencias entre la verdad y la mentira. Los niños cuando son muy pequeños juegan con la realidad y la fantasía y es importante tenerlo en cuenta (hasta los cuatro años aproximadamente). Cuando van creciendo aprenden a discriminar. En una relación rica en afecto no deberían recurrir a la mentira, o lo harán menos frecuentemente, para llamar la atención, puesto que ya reciben suficientes muestras de cariño. Por mucho que les digamos que está mal, si ellos ven que nosotros mentimos en algunas ocasiones, acabaran pensando que también pueden hacerlo.

La valoración de la mentira es compleja e incluye aspectos de protección personal, beneficio, razonamiento, relaciones con los demás, valores morales y sociales. Comenzamos a mentir a una edad muy precoz en la que se comprende de forma rudimentaria que mentir no está bien. El criterio para decidir qué es una mentira aparece de forma gradual en los niños y difiere mucho del que utiliza el adulto. Intentar acabar con las mentiras por medio de castigos muy severos y desproporcionados lleva a mentir más ya que hace que la mentira sea la mejor opción y que la prefieran a decir la verdad.

 

¿CÓMO PADRE/MADRE QUÉ PUEDO HACER?

  1. Tratar de averiguar porqué miente, qué causa esa conducta en el niño.
  2. Dar confianza al niño. Que tenga seguridad para contar a las personas de referencia las cosas con tranquilidad y sin miedo. Cuando los adultos demostramos al niño que confiamos en él, él será capaz de confiar en sí mismo. De esta forma, evitamos que mientan con el fin de buscar la aprobación de sus compañeros o de otros adultos.
  3. Felicitarle cuando diga la verdad. Debemos darles la oportunidad de ser sinceros, aunque esto implique un castigo y mostrarle orgullo por la valentía que muestra al decir la verdad.
  4. Ante preguntas “difíciles” en las que los padres pueden tender a mentir, es mejor evitar la falsedad y responder siempre con un “no lo sé” o “déjame que lo piense”. Somos modelos a imitar.
  5. No debemos reírnos ante las mentiras, aunque a priori parezcan graciosas.
  6. No reaccionar desproporcionadamente ante la mentira, hacerlo con calma. Los castigos deben ser medidos y adecuados. Si siempre son demasiado severos, la tentación de mentir para evitarlos será mayor.
  7. El niño debe saber que le queremos por encima de todo. Aunque le tengamos que castigar para que aprenda de su conducta.

*Cuando la mentira es problemática o patológica puede ser necesaria la intervención de profesionales.

Cuentos:

Tío Lobo. Xosé Ballesteros y Roger Olmos. Editorial: Kalandraka

Juan y el lobo. Tony Ross. Editorial: Océano Travesía.

El ratón que comía gatos Gianni Rodari y Emilio González Urberuaga. Editorial: SM

La cosa que más duele del mundo. Paco Liván y Roger Olmos. Editorial: OQO editora

Referencias bibliográficas:

PsicoCuentos. Mucho más que un cuento. Para disfrutar ayudando a nuestros hijos. La mentira. Pirámide.

Rafael Bisquerra, Psicopedagogía de las emociones:

http://www.codajic.org/sites/www.codajic.org/files/Psicopedagogia%20de%20las%20emociones%20-%20Rafael%20Bisquerra%20Alzina-1.pdf

 

 

Departamento de Orientación